La escritora da una lección de periodismo en su relato de un juicio por asesinato
Todo el proceso que rodea un juicio contiene un sesgo malicioso y dañino, bajo la apariencia de asunto relacionado con la verdad, y Janet Malcolm, la escritora y periodista norteamericana de ascendencia checa, ha logrado retratarlo en un libro breve y preciso, que causa desasosiego, desde la primera a la última línea. No es la primera vez que Malcolm denuncia el curso insidioso de actividades aparentemente dignas: ya destrozó la imagen del periodismo en un libro memorable, El periodista y el asesino, que casi la enfrentó con toda la profesión, o la aparente exactitud de la biografía, un género, advierte, en el que el autor toma siempre e inevitablemente partido.
Ifigenia en Forest Hills es el relato de un juicio por asesinato al que Malcolm asistió como reportera de la revista New Yorker, con la que colabora desde hace más de cuarenta años y que alcanzó una relevancia inusual en 2009 porque el suceso se produjo dentro de una comunidad bujarí, una confusa secta judía que se estableció en Asia Central en algún momento de la historia y muchos de cuyos miembros emigraron a Estados Unidos en los años setenta. De Uzbekistán proceden los protagonistas de la historia, la doctora de 35 años Mazoltuv Borujova, su marido, Daniel Malakov, odontólogo, a quien supuestamente ella mandó asesinar, y el autor material de los disparos, un primo lejano de la acusada.
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No coma enfrente de Janet Malcolm | Cultura | EL PAÍS
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