Un diario para la libertad. Con ese título se definió, en la portada de su primera edición, el propósito del periódico que aquella madrugada del 21 de noviembre de 1987 salió de las rotativas a circular por las calles de una ciudad que transitaba hacia una realidad bicultural y bilingüe complejas.
“Reconocemos que esta comunidad es extraordinaria, que estamos viviendo en un momento crucial de nuestra historia y creemos que el Nuevo Herald puede ser una fuerza positiva a la hora de apoyar los esfuerzos que realcen nuestro futuro”, escribió Roberto Suárez, el director fundador, en el editorial de bautizo, una promesa a impulsar los principios democráticos de libertad política, religiosa y económica.
Había nacido una institución informativa: el primer diario en español en Estados Unidos editado por una cadena de periódicos en inglés como parte de su oferta noticiosa. Superando la animosidad inicial en el seno de su potencial audiencia, paulatinamente, la publicación se incorporó a las mesas del desayuno de los latinos en Miami.
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